viernes, noviembre 13, 2009

Las calles de México, ¿territorio Telcel?


Por Ramón Alberto Garza
13 Nov 2009


Los escenarios:

La Cumbre de Negocios de Monterrey.

Las calles de la Ciudad de México.

Las listas de los poderosos de Forbes.

El auditorio:

Los hombres de empresa de México.

Los mexicanos que sufren por

los servicios públicos caros y malos.

Los actores:

Carlos Slim, el sexto en el ranking de

los hombres más poderosos del mundo.

Felipe Calderón, presidente de México,

sin ranking mundial.

La trama:

Las telecomunicaciones

en un México rezagado.

El freno a los monopolios.

El derecho de Telmex a dar el triple play.

En una palabra, el futuro México.

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PRIMERA ESCENA:

Domingo 8 de nov: Carlos Slim critica en la Cumbre de Negocios de Monterrey las políticas económicas de ajuste, no de desarrollo, que aplica el gobierno. Dice que estamos confundiendo los instrumentos con el objetivo. Pide una tasa de crecimiento de por lo menos 5 por ciento. Reclama un rumbo claro de largo plazo que se convierta en política de Estado y llama a crear una dinámica poderosa perdiendo el miedo a creer en nosotros.

SEGUNDA ESCENA:

Lunes 9 de nov: Felipe Calderón censura ante los empresarios de todo México las prácticas monopólicas. Dice que quiere transformar al país y por eso sabe que hay que hacer las cosas. Ello independientemente de que las preocupaciones, las resistencias y los intereses -incluso legítimos- se opongan a los cambios.

TERCERA ESCENA:

Martes 10 de nov: Manlio Fabio Beltrones y Carlos Navarrete, líderes de las bancadas del PRI y el PRD en el Senado, piden al presidente que sea congruente con las declaraciones que hizo un día antes en el mismo foro sobre el desmantelamiento de las empresas monopólicas. "Que se ponga a hacerlo y que lo haga de inmediato, por eso es el Ejecutivo Federal", dice el priista.

CUARTA ESCENA:

Miércoles 11 de nov: Martín Esparza y los trabajadores del Sindicato Mexicano de Electricistas toman las calles de la Ciudad de México. En sus pancartas de reclamo insisten en que el conflicto entre el gobierno y el sindicato tiene su origen en la disputa por la fibra óptica y la creación de una nueva red nacional de telecomunicaciones para dar el servicio del triple play.

QUINTA ESCENA:

Miércoles 11 de nov: Francisco Hernández Juárez, líder de los telefonistas y hombre cercano a Carlos Slim, se suma a la marcha del SME y reclama que el gobierno otorgue a Telmex el permiso para operar el triple play porque peligran las plazas de trabajo de 60 mil telefonistas.

SEXTA ESCENA:

Miércoles 11 de nov: El Sindicato de Trabajadores de la UNAM, la universidad cuyo equipo de futbol, los Pumas, y su fundación son sostenidos de manera importante por Carlos Slim, desoye el llamado del rector José Narro y se suma a la marcha del SME y los telefonistas.

SEPTIMA ESCENA:

Miércoles 11 de nov: La revista Forbes da a conocer la lista de los hombres más poderosos del mundo, en la que aparecen dos mexicanos. Carlos Slim ocupa el sexto lugar. ¿El otro mexicano en la lista? No, no es el presidente Felipe Calderón. Es Joaquín "El Chapo" Guzmán. Es el nombre 41 en la controvertida lista.

La función todavía no termina. El telón aún no cae. Y hasta ahora el presidente Felipe Calderón se está llevando la peor parte.

En la Cumbre de Negocios de Monterrey, su discurso desilusionó. Ningún aplauso lo interrumpió. ¿Pago de la factura de que los corporativos no pagan impuestos?

En la inauguración del nuevo estadio del Santos, en Torreón, los hinchas de La Laguna abuchearon a Calderón al ver su imagen en las pantallas.

Sin duda, el inquilino de Los Pinos está replanteando el libreto. Podemos pronosticar un final inesperado. De manotazo.

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CRÓNICA

El músculo y los muertitos

Por Icela Lagunas

Por 12 horas, en el Distrito Federal hubo caos. Los integrantes y simpatizantes del Sindicato Mexicano de Electricistas (SME) colapsaron la capital para mostrar el músculo de la organización.

El gremio logró movilizar a 200 mil personas a lo largo del día. De ellas, 100 mil se concentraron en la plancha del Zócalo, según cifras oficiales de la Secretaría de Seguridad Pública capitalina (SSP).

Lo cierto es que el primer cuadro de la ciudad no se llenó a pesar de la presencia de agremiados de otros sindicatos, como el Sindicato de Trabajadores de la UNAM (Stunam).

Martín Esparza, líder del SME, encabezó la marcha que partió pasadas las tres de la tarde desde el Ángel de la Independencia. De último momento se canceló la movilización que estaba prevista para llegar a Los Pinos.

Al paso del las horas se fueron sumando otros personajes, como Gerardo Fernández Noroña y Alejandro Encinas.

Con los brazos entrelazados, avanzaron lanzando consignas contra el gobierno federal y porras al movimiento.

Tres camiones con elementos de la Policía Federal que circulaban por la lateral de Reforma interrumpieron el avance lento de la marcha. Los ánimos se caldearon, pero todo quedó en rechiflas y mentadas contra los uniformados, que pronto desaparecieron del lugar.

"Compañeros, recuerden no caer en provocaciones", se escuchó decir a uno de los múltiples organizadores, que se empeñaban en formar vallas.

Al presidente de la República, Felipe Calderón, lo dieron por muerto, igual que al secretario del Trabajo, Javier Lozano, y al de Hacienda, Agustín Carstens, quienes fueron velados en unos pequeños féretros de cartón coronados con flores.

Los motivos para enterrarlos en vida no faltaron: por vender al país, por traición a la patria, por subir los impuestos, pero, sobre todo, por desaparecer a Luz y Fuerza del Centro dejando sin empleo a miles de cabezas de familia. Ése fue el principal reclamo.

Ahí estaban las esposas, hijos y madres de los trabajadores, a quienes les han inculcado que no hay que rendirse, que en la medida en que la lucha se mantenga viva, persiste la esperanza de recuperar el empleo.

Mientras los inconformes se concentraron en las inmediaciones del Ángel de la Independencia, comentaban sus historias particulares.

"Pues yo tuve que salir a vender en un tianguis". "A mi papá ya le hacían falta seis meses para jubilarse". "Hay que apoyar a Martín, él dice que vamos bien".

A distancia, y haciendo anotaciones en sus cuadernos, una decena de inspectores de derechos humanos vigilaba el desarrollo de la marcha.

No hubo confrontaciones a pesar de que algunos grupos de jóvenes se filtraron en el contingente con el rostro cubierto con pañuelos y máscaras de luchadores.

Se respiraba miedo. Muchos temían, sobre todo las mujeres, que ocurriera una represión. Se había corrido la voz de que podría darse un choque con los policías luego de que en la mañana habían sido detenidos 10 manifestantes que se habían enfrentado con elementos de la Policía Federal en la carretera México-Querétaro.

Al final, el reporte oficial del gobierno capitalino fue de saldo blanco.

Los que pagaron los costos, como siempre, fueron los miles de capitalinos, que tuvieron que sortear las interrupciones intempestivas de la circulación.

Según el reporte de la Secretaría de Seguridad Pública local, alrededor de 70 contingentes se movilizaron en camiones y a pie.

Para mitigar el caos, el gobierno del Distrito Federal movilizó a 2 mil policías para custodiar el paso de la marcha y resguardar algunos inmuebles, entre ellos el Hotel Sheraton Alameda, que lució como una fortaleza.

Ya en el Zócalo, los discursos de los líderes intentaron levantar los ánimos ya cansados.

Jubilados, jefes de familia y mujeres intentaban encontrar en las palabras de los oradores las respuestas a su necesidad más inmediata: salir adelante con los gastos diarios.

Porque más allá de la voluntad y de la marcha, detrás de cada electricista despedido hay una familia esperando.

Pero, al parecer, el discurso no sirvió de alimento, ni para el espíritu, ni para sus familias.

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En el frente de la marcha

Por Adriana Amezcua

Los diputados del PT Jaimé Cárdenas y Gerardo Fernández Noroña se unieron a la causa de los electricistas y marcharon este 11 de noviembre junto a Martín Esparza.

Afirman que el Ejecutivo federal carece de competencias constitucionales para decretar la extinción de una empresa pública. Subrayan que no existió un juicio para finiquitar las relaciones con los trabajadores de este sindicato. La ley, en su opinión, fue por completo violentada.

Martín Esparza

"No se puede conducir al país así, a golpes, con descalificaciones, la política es diálogo".

Jaime Cárdenas

"Las áreas estratégicas del Estado sólo pueden ser extinguidas por ley".-

Gerardo Fernández Noroña

"Me parece que están jugando con fuego"

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La marcha en tiempo real

Por Mara Muñoz

Líderes del SME fueron contactados por Reporte Índigo durante la marcha y dieron su testimonio desde la hora y el lugar de los hechos mientras sus contingentes avanzaban.

Sus testimonios coinciden: helicópteros y patrullas que trasladaron a cientos de elementos policíacos cuyo despliegue emulaba un estado de guerra.

El enfrentamiento más violento se dio entre fuerzas federales y miembros del contingente de Juandó, Hidalgo, poblado del que es originario Martín Esparza. También hubo conatos de pleito con miembros del grupo de Cuernavaca.

El miércoles 11 de noviembre los contingentes de la protesta salieron de zonas de influencia del SME como Cuernavaca, Pachuca, Necaxa, Lechería y Tepoztepec para transitar y bloquear autopistas federales.
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El origen de la protesta

Los habitantes de Nuevo Necaxa, Puebla, consideran a Luz y Fuerza del Centro como parte de su patrimonio. Por eso no dudan en protestar y marchar. Mientras tanto, la Policía Federal los vigila de cerca. Por Mara Muñoz

El jueves 5 de noviembre, las consignas de los electricistas de Nuevo Necaxa encendieron las calles del pueblo.

Los trabajadores no esperaron a que llegara la oscuridad. Alrededor de las ocho de la mañana comenzaron su marcha hacia las instalaciones de Luz y Fuerza del Centro (LyFC), la primera planta hidroeléctrica de América Latina.

Su recorrido incluyó mítines dentro de las bases de El Salto y del Campamento de la Mesa. Ante el asombro de los policías federales que protegían las instalaciones, más de mil 500 personas gritaban consignas de protesta y escuchaban discursos de repudio al decreto de extinción de la paraestatal emitido por Felipe Calderón el 10 de octubre pasado.

Los medios de comunicación reportaron destrozos dentro de las instalaciones. Sin embargo, los electricistas sostienen que sus acciones se limitaron a colocar señales de huelga.

A un mes del decreto de extinción de LyFC, tres asuntos dominan en el conflicto: la motivación legal para rechazar las liquidaciones, el resentimiento de los agremiados del Sindicato Mexicano de Electricistas (SME) ante la campaña de desprestigio en su contra y la convocatoria a otras organizaciones sociales y sindicatos para apoyar la resistencia pacífica.

El mismo jueves 5 de noviembre, miles de trabajadores de Luz y Fuerza del Centro marcharon en Pachuca, Lechería, Juandó, Tepoztepec, Toluca y Cuernavaca.

La reacción policial no se hizo esperar. Se calcula que más de 600 elementos federales llegaron esa misma noche para resguardar las instalaciones eléctricas de una posible toma por parte de los ex trabajadores.

Hasta ese momento, las cosas transcurrían en tensa calma, excepto por un conato de pleito en Juandó, Hidalgo, lugar de nacimiento de Martín Esparza, líder sindical de la resistencia. También hubo tensión verbal por el ingreso de trabajadores a las instalaciones de Nuevo Necaxa.

Los agremiados del SME afirman que la suspensión definitiva del decreto de extinción alentó su esperanza y sentido de pertenencia a la empresa.

Dicha resolución mantiene vigente la vía legal que han elegido más de 20 mil trabajadores, según Martín Esparza, para ir contra la decisión presidencial.

Pero más allá de la vía jurídica, el resentimiento contra el gobierno federal está a la vista. Reporte Índigo estuvo en Nuevo Necaxa, zona emblemática de la influencia del Sindicato Mexicano de Electricistas.

Los rostros y las palabras de los técnicos electricistas que permanecen en campamentos afuera de la paraestatal denotan cansancio y desesperación.

"O le doy de comer a mi niña, o la mando a la escuela", dice Jesús Vite Moreno, trabajador de mantenimiento que rechaza la liquidación de LyFC.

Desde el jueves 5, los trabajadores de Nuevo Necaxa permanecen en campamentos que resguardan los accesos a la planta de El Salto y La Mesa. Los manifestantes acordaron con la Policía Federal que bloquearían las entradas para negar el acceso a más elementos de la fuerza estatal.

"Sólo los que están adentro permanecerán. Hemos acordado con ellos que la salida de camionetas sólo será para traer víveres", declaró Miguel Márquez Ríos, pro secretario de División del SME.

Hasta el viernes 6 de noviembre, más de 600 elementos de la Policía Federal habían sido desplazados a zonas de influencia del SME en Pachuca, Toluca, Cuernavaca y Necaxa. En Nuevo Necaxa, alrededor de 250 elementos policiales ocuparon las instalaciones de LyFC.

Pero a partir del sábado 7, el número de policías creció abruptamente: aproximadamente mil 500 granaderos llegaron a los alrededores de Necaxa. Los elementos de la Policía Federal se albergaron, en su mayoría, en La Catalina, que es parte de las instalaciones de Pemex.

"Siempre que ocurren acontecimientos de esta naturaleza los petroleros dan cobijo a la policía, pero a pesar del miedo que tienen a sus líderes sindicales, algunos de ellos estarán el día de mañana con nosotros", dijo ayer en conversación telefónica Márquez Ríos, enviado del SME a Necaxa.

A decir de muchos, la presencia policial trataba de intimidar a los ex trabajadores ante el paro nacional.

Nuevo Necaxa es un punto clave para el SME y su movimiento de resistencia. El pueblo entero se unió a la protesta.

Al igual que Nuevo Necaxa, otras poblaciones dependen de la actividad económica que genera la empresa eléctrica paraestatal, situación que las solidariza con aquellos que se resisten a la extinción de LyFC.

El miércoles 11 de noviembre, las calles de Nuevo Necaxa estaban despobladas. Sus habitantes habían salido a bloquear puentes y a llevar a alimentos al contingente que marchaba por la autopista México-Tuxpan.

En los alrededores inmediatos de sus instalaciones en Nuevo Necaxa, se observa cierta prosperidad en las condiciones de vida de la población: casas de ladrillo de uno o dos pisos, automóviles, comercios alrededor de la plaza.

Pero la pobreza no resiste demasiado la prueba de observación: a tan sólo unos kilómetros, hay comunidades rurales en condiciones paupérrimas.

Los habitantes de este pueblo del estado de Puebla reconocen a LyFC como parte de su patrimonio, pues ha dado sustento a familias enteras, generación tras generación.

A nadie que visite este territorio le sorprende el apego de la comunidad a la paraestatal que tiene la misma edad de la Revolución Mexicana. El fenómeno se entiende porque las oportunidades de desarrollo económico y social son escasas para la mayoría.

A un mes de que el gobierno de Felipe Calderón decidiera extinguir la compañía, los números de la liquidación masiva de trabajadores no cuadran. Aproximadamente 49 por ciento de la fuerza laboral, más de 20 mil personas, se resisten a la liquidación.

En Necaxa, el descontento es evidente entre la población, cuya sobrevivencia depende de la paraestatal.

La duda es si el gobierno federal tiene un plan sobre el factor social de este conflicto. O si, por el contrario, dejará al tiempo el curso que tome el resentimiento social y el daño económico derivado de su decisión.

Fuente: Reporte Indigo
Difusión: AMLOTV

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